Oremos de tal manera que nuestra oración llegue al cielo

Oremos a Dios esperando ser escuchados, porque Cristo ya ganó para nosotros todas las bondades del Padre celestial, además, está a su diestra intercediendo por nuestras necesidades actuales, y cada una de nuestra oraciones hechas en su nombre son oídas desde el cielo, ya que él está ante el trono de la gracia.

«Que el conocimiento y la confianza, de que Dios atiende nuestro clamor, nos haga orar con intensidad y sin cesar.»

Debemos ser optimistas y estar alentados a pesar de los tiempos feos que pudiéramos estar viviendo, porque por medio de la oración Dios nos hace saber cuánto nos ama y cuánto se interesa por nuestros días cotidianos, en los que necesitamos sus bondades.

Si a una oración está la respuesta de Dios, hoy la humanidad debe saber que nunca le irá bien a menos que le dé en su vida y en sus días el lugar que a Dios le corresponde, lo cual es conveniente y es la diferencia entre la vida o la muerte eternamente, porque en realidad, no sólo se trata de como pasamos los días, sino también, de en dónde pasaremos la eternidad.

Dios es el único que puede liberarnos y rescatarnos de las tribulaciones y de los efectos negativos de la obra del diablo que quiere siempre levantarse e imponerse en el corazón nuestro. Los miedos, las preocupaciones y las incertidumbres de la vida se van acomunalando en el corazón de quienes no descansan en Dios, en la vida de quienes no usan la oración para clamar a Dios y poner sus cargas en él. Es por esto que, urge el ejercicio de la oración en nuestra vida diaria. Motivémonos a orar sabiendo que Dios está atento a nuestras súplicas.

La oración debe ser hecha con total confianza, con la fe que persevera, así como cuando los niños insisten a sus padres que les concedan el deseo de su corazón. Claro está que con humildad y total sometimiento a Dios, más con la fe que se desarrolla como un grano de mostaza, toda oración que hagamos tendrá la mejor respuesta de Dios, pues él nunca cierra su oído cuando sus hijos lo reconocen como la esperanza y el todo de sus vidas y cuando aceptamos que nuestra vida no tiene sentido sin Dios, ni ahora y ni después.

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