Por Cristo nuestra vida es revestida de salvación y gloria, pues sólo a través de él podemos recibir la salvación y el gozo verdadero.
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” Isaías 61:10 RVR1960
Es incomparable e incalculable el gozo que Dios produce en nuestra vida por la salvación que nos regala, y como su obra se completa permanentemente, por eso en todo tiempo prevalece el gozo de la salvación, pues en los buenos tiempos nada supera la alegría de Dios, ni en los malos tiempos se diluye el contentamiento de sentirnos salvados en Cristo.
Proveer sólo a nuestro cuerpo lo que necesita, descuidando las necesidades del alma, hace que los seres humanos sigan viviendo la desdicha que produce el pecado, pero cuando nuestra alma es vestida con las riquezas de la gracia de Dios en Cristo no sentiremos muy bien, ya que nadie puede justificarse delante de Dios por otro medio que no se Cristo.
Lo que en verdad necesita nuestra alma es ser vestida con vestiduras blancas lavadas en la sangre de Cristo, y esta es la provisión de Dios por su infinita gracia, porque sólo Dios es el que adorna nuestra vida para su gloria, es decir, él es el único que puede hacer grata nuestra vida para él, a través de los méritos de Cristo obtenidos con su muerte en la cruz del calvario.