Las palabras de Cristo son activas y dinámicas en nosotros, ya que nos dan vida, nos fortalecen, transforman, nos sustentan, satisfacen nuestras necesidades espirituales y nos llevan siempre a él, para que pongamos nuestra fe, a tal grado de quedar convencidos que fuera de él no hay salvación.
“Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” Juan 6:67-68 RVR1960
Como seres humanos fuimos creados para depender siempre de Dios, por eso la Biblia dice que, cuando fuimos formados, “Dios sopló en nuestra nariz aliento de vida y fuimos un ser viviente.” Por eso en la caída por el pecado quedó comprobado que apartados de Dios sólo hay perdición y muerte, ya que necesitamos de la palabra de Dios para vivir, la vida nuestra sale de la boca de Dios.
Cristo es Dios hecho hombre, quien vino a darnos vida y vida eterna, él mismo es la Palabra hecha carne, la Palabra creadora, es también la Palabra salvadora. Como seres humanos fuimos creados por la Palabra de Dios y con sus propias manos, y como sus hijos hemos sido salvados por su palabra y con su propia vida.
En todas nuestras necesidades cotidianas, siempre sobresaldrá la necesidad de Cristo en la vida, lo necesitamos a él y su palabra, él es la vida en nosotros y su palabra nos da el sustento y la guía, aunque como lo hemos mencionado ya, el mismo es la palabra revelada de Dios, ya que precisamente, su persona y su obra es la esencia del evangelio, y el evangelio es poder de Dios para salvación.