
Deleitarse en Dios es considerar su voluntad y su palabra como la norma de nuestra vida, porque eso es lo que nos hace disfrutar sus bendiciones, pero esto es posible cuando confiamos en Dios, cuando estamos convencidos que cada una de sus disposiciones son para nuestro bien, cuando tenemos la certeza que fuera de Dios nuestra vida está muerta espiritualmente y bajo condenación.
“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” Jeremías 17:7-8 RVR1960
Si Dios tiene todo lo que nuestra vida necesita al estar en comunión con èl mediante la fe en Cristo y por la dirección de Espíritu Santo, entonces, nuestra vida estará fortalecida, vivificada y produciendo los frutos espirituales, los cuales son propios únicamente en los que confían en Dios, en los que a pesar de los tiempos cumplidos encomienda su alma al creador.La ruina espiritual es segura cuando despreciamos a Dios para confiar en el hombre, de hecho, tal cosa es maldición, porque despreciar a Dios y todo lo que nos ha provisto para que seamos salvos y para que vivamos disfrutando de él, también nos hace indiferentes ante la adoración que le debemos como criaturas.La vida está en Dios, por lo tanto, vivir contrarios a él es maldición, sequedades, esterilidad y muerte. Confiemos en Dios y, a pesar de los tiempos difíciles estaremos bien, porque el nos nutre, nos hace estar firmes, siempre renovados y llenos de abundantes frutos en todo tiempo.