Dios no cruje los dientes al disciplinar a sus hijos, él expresa su amor

Cristo ya cargó con la ira de Dios, por lo tanto, el castigo de Dios en la vida de su pueblo no es para destrucción, sino para corrección, es un proceso de amor y discipulado.

«Dios no descarga su ira como quien está frustrado, o como quien se desahoga porque no puede contener un sentimiento negativo, él hace que su justicia se cumpla, pero en el ejercicio de la justicia divina, a los que creemos en él nos ve justificados, y lo que no creen aún en la manifestación de Dios tienen el ofrecimiento de su gracia.»

Así que, antes de que llegue la muerte, en la corrección que recibimos de Dios y en su llamado al arrepentimiento a través de los procesos dolorosos nos da la oportunidad de su amor. La actitud del salmista es el reconocimiento, que Dios está actuando en su vida, pero lo está haciendo como el padre trata a su hijo para que le vaya bien en la vida, pero también la actitud del salmista muestra aceptación de su condición y busca la misericordia de Dios.

No podemos hacer mejor cosa delante de Dios todo el tiempo, como el arrepentirnos, con la plena certidumbre que en cualquier circunstancia Dios está obrando para nuestra salvación.

Ya sean situaciones o acciones directas de Dios, o lo que él permita y que nos cause aflicción, nunca tendrá como propósito destruir al pecador sin la oportunidad de que se arrepienta y reciba la gracia del evangelio. Dios nunca tiene como propósito lastimar a sus hijos en los procesos, más bien, Dios siempre trata con gracia y la gracia da vida, cura, restaurar, edifica, es la forma perfecta del amor incomparable e incalculable de Dios.

En el anuncio del evangelio y en la corrección a sus hijos Dios ejerce su amor. Recuerde usted, mientras el ser humano esté vivo siempre será objeto del amor de Dios, para salvación y corrección. Pero claro es, después de muertos para los incrédulos ya no hay esperanza, más los creyentes veremos la plenitud de la gloria de Dios por su misericordia.

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