Aunque satanás afecta al pueblo de Dios no puede destruirlo, incluso, por el poder de Dios y por su gracia en la vida de su pueblo, el Señor aprovecha la obra del diablo como la ocasión para fortalecer más a sus hijos, para enseñarnos a depender más y a esperar en su intervención en los tiempos difíciles, los cuales son producto del maligno que nos acecha.
“La gracia y el poder de Cristo se manifiestan en lo que creemos en él al ser guardados del mal, al perseverar en este mundo de maldad a pesar de la presencia del maligno, pues la victoria de Cristo y sus méritos en la cruz son aplicados y hechos efectivos en nuestros corazones.”
Dios siempre ha tenido sujeto a satanás bajo su poder y voluntad, y Cristo con su muerte redentora nos libertó del poder espiritual del maligno, así que, todos los días esta victoria también se va manifestando en nuestra vida, lo cual produce paz en nosotros, y esta paz será completa cuando satanás ya no nos cause ninguna aflicción y cuando sus tentaciones no sean más, ya que al motivar con sus trampas y engaños nuestro malo deseos nos hace tropezar y caer, lo cual afecta nuestra vida y comunión con Dios.
Dios cumplirá en nuestra vida lo que prometió desde un principio como parte de la salvación, el destruirá el poder de satanás aplastándole la cabeza, lo cual significa que satanás perderá su señorío y autoridad sobre los santos de Dios, no podrá acusar a los escogidos, no podrá reclamarlos para él, pues le pertenecemos a Cristo ya que él nos compró a precio de sangre, y porque no hay ningún pecado por el que sean acusados, pues también en Cristo es quitado el pecado y borrada la culpa, y esto trae mucha paz a la vida del Creyente.
Pero también al final de este mundo, cuando Cristo venga en gloria por su pueblo, satanás será enjuiciado, sentenciado y destruido eternamente, lo cual es la victoria del pueblo de Dios, porque ya no volveremos a padecer por quien nos atormentó toda la vida. Por esta razón, la derrota de satanás es paz perpetua para los hijos de Dios. Confiemos hoy en el favor inmediato de Dios, lo cual nos hará estar seguros y en victoria hasta que llegue el día de la victoria final en la destrucción del mal.