La humildad de Cristo para servir es especial y única puesto que tomó la condición de hombre y la actitud de siervo para salvarnos. Todo lo que Cristo hizo en su humillación voluntaria sirvió para que fuéramos liberados del poder del mal, para que dejáramos de servir al pecado y no paguemos con la muerte eterna el castigo de nuestras maldades.
«Al quedar libres del mal por la gracia de Cristo, ahora debemos servir por gratitud a nuestro redentor, hay que aceptar el privilegio de ser siervos del bien para tratar con la gracia de Cristo a todos, siendo instrumentos de edificación, siguiendo precisamente el ejemplo de nuestro salvador quien vino al mundo con el único propósito de servirnos para vida eterna.»
Si Cristo siendo glorioso se humilló para servir y dar su vida en rescate por la nuestra, con mucha razón debemos obedecer su mandato de servirnos unos a otros, ya que nosotros no siendo más que miseria por el pecado, nos levantó hasta lo más alto, pues por sus méritos en la cruz nos dio un lugar en la gloria celestial. Por esto mismo, como evidencia y convencimiento de nuestra exaltación en Cristo debemos ser siervos de su reino, porque sólo los que en realidad viven la vida eterna por gracia pueden ser motivados a servir en gratitud y con gozo, reconociendo que incluso servir a Dios en Cristo es un privilegio.La buena noticia de nuestro rescate por Cristo el siervo de siervos debe ser proclamada con palabras y acciones, siendo nuestras acciones la manifestación de nuestro servicio a Dios con toda nuestra vida y en todos los ámbitos de esta. Si así lo hacemos nuestro prójimo es beneficiado con este estilo de vida, pues nuestra disposición de agradar a Dios ante nuestra semejante causa edificación y no mal. Ojalá que tomando las palabras de nuestro señor Jesucristo, nosotros podamos decir; vivimos para servir y no para ser servidos.