Uno de los más grandes retos como cristianos es aprender a dejar todo por seguir a Cristo. Nuestra naturaleza humana nos impide ver con los ojos de la fe que estar con Cristo es mucho mejor que disfrutar los deleites que el mundo ofrece.
Nos cuesta dejar familia, profesión, estilo de vida, comodidades, círculos sociales, amigos, etc. Pero, la razón de por qué Dios nos pide eso es para que aprendamos a no estar considerando nuestra seguridad en aquello que poseemos, sino solo en Dios, de esta manera, Dios toma su lugar en nuestra vida y se erige como la suficiencia de todo cuanto necesitamos para ser mejores. Que cada día podamos desprendernos de aquello que consideramos valioso pero que estorba para tener una mejor comunión con Dios. Que así sea.