Mi hija tenía escasos tres años cuando se subió a una barda y desde allí me gritó para llamar mi atención, cuando pude voltear hacia donde ella estaba, se aventó al aire, esperando que la sostuviera en mis brazos. Cuando le pregunté por qué había hecho eso, me dijo simplemente que ella sabía que yo la iba a sostener, que siendo su papá no iba a permitir que se lastimara.
De la misma manera, Dios espera que confiemos plenamente en Él, que tengamos la convicción de que nada ocurrirá en nuestra vida para destruirnos, todo será usado con un buen propósito, solo debemos confiar en sus brazos de amor tierno y en la fortaleza que solo Él puede darnos.
Jesús enfatizó este hecho cuando dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”. Que podamos confiar total y absolutamente en Dios como nuestro buen Padre amoroso. Que así sea.