
Cristo es el gran pastor que nos asegura vida para siempre, por eso a pesar de las calamidades de esta vida, incluso, muy a pesar de la muerte física, tenemos el gozo en el alma esperando el día de la resurrección. La obra salvadora de Cristo y su presencia espiritual hoy debe ser el ancla de nuestra fe, es decir, debemos estar aferrados a él y no dejarnos mover por la angustia o por el miedo ante el peligro. Con Cristo estamos protegidos, porque todo su poder y amor fueron mostrados en el acto de su sacrificio; entregó su vida en el calvario y resucitó de entre los muertos.
«Pueden existir muchas oportunidades y ofrecimientos en esta vida para aparentemente estar bien, pero nada se compara con el ofrecimiento de Dios en Cristo, porque él es la mejor y única opción para recibir lo que necesitamos verdaderamente y que nos hace perfectamente bien. Cristo es la única entrada a Dios, a la salvación y al goce de todas las bendiciones cotidianas para nuestras vidas. El sustento divino para el alma hambrienta, la guía divina para el ser humano perdido, y el refugio eterno es Cristo, a quien podemos unirnos por la fe y quien nos relaciona eternamente con Dios.»
Todos los días Dios espera que vengamos a él, a nadie rechaza cuando hay fe en el corazón, puesto que la fe nos guía al arrepentimiento y a la búsqueda del perdón. Por eso es por lo que, la satisfacción más grande que podemos tener es el sentirnos perdonados y la cernía con Dios, pues, aunque seamos débiles y estemos al borde del peligro, Dios nos ayuda a crecer, desarrolla nuestra fue y nos fortalece para la victoria. Pero recuerde que, tenemos que entrar por la puerta, esto significa, una vida centrada en Cristo, y sólo en Cristo. No confundamos la vida cristiana con una vida religiosa y vacía.Debemos negarnos a nosotros mismos en la búsqueda de cosas superficiales para corresponder a la carne, del mismo modo, hay que rechazar todo pensamiento o doctrina que no tenga como prioridad el mensaje de la buena noticia. El evangelio es la oportunidad que todos tenemos para ser perdonados, es la única vía para formar parte del reino de los cielos no importando lo lejos que ahora nos encontremos, porque precisamente, Cristo vino a mostrar misericordia a los que reconozcan su miseria espiritual y a buscar a los perdidos para llevarlos a la salvación eterna.