No nos frustremos por la cosa que no hemos podido lograr, lo que no está en la voluntad de Dios para nosotros no lo necesitamos, no hará que seamos mejores, ni es esencial para disfrutar la vida. Por esto es por lo que, hay conformarnos a la voluntad de Dios y para esto es necesario conocerla, cosa que nos lleva toda la vida de manera constante.
“En cada decisión hay que asegurarnos de estar en los lineamientos de Dios, que nuestro corazón esté en dirección con el suyo, lo cual demanda discernimiento espiritual, cosas que a su vez se logra en la íntima comunión con él y cuando nuestro espíritu reconoce siempre la necesidad de Dios.”
Hay que buscar la dirección de Dios en nuestros roles cotidianos para ser productivos en los planes que tracemos, porque pretender mucho sin la sabiduría de Dios es fracaso, y no hacer nada por miedo a equivocarnos, de la misma manera, es pérdida de tiempo y fracaso.
Todo proyecto y propósito debe desear glorificar a Dios y ser un vehículo de bendiciones divinas. Así cuando las cosas sean logradas Dios se llevará el honor y nuestra vida será usada por él en este mundo. No tengamos objetivos egoístas, ni planemos siendo indiferentes a Dios, porque todo éxito depende de él. Dios es el único que nos puede ayudar a prosperar de manera honesta, transparente y de la manera en la que disfrutamos y crecemos espiritualmente.
Hagamos todo buscando la aprobación de Dios, suplicando su ayuda y siendo fiel a lo revelado en su palabra, así las cosas, se logran si Dios quiere, y si no permite que logremos lo que nos proponemos, no tendremos porque afanarnos o enfadarnos, mejor agradezcamos y pidámosle que nos ayude a estar en donde debemos estar para hacer lo que el ha dispuesto para nuestras vidas bajo su consejo.