Sólo Cristo puede salvarnos de la condición espiritual bajo el poder de satanás y del pecado, sólo Cristo es el que cumplió justamente con la justicia de Dios, obedeció para salvarnos por su obediencia, cumplió con la muerte y derramamiento de sangre porque esa era la exigencia de Dios para el perdón de nuestros pecados.
“nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” Tito 3:5
Por esto nuestra fe debe ser sólo en Cristo, y de aquí en adelante, lo que hagamos debe ser para la gloria de Dios como gratitud, y para nuestra santificación, regeneración y consagración siguiendo la guía del Espíritu Santo y bajo su poder.
Nada de lo que podamos hacer delante de Dios nos salva, todas las obras justas en nosotros mismos tampoco son tan justas, o finalmente, nada puede ser medio justo y tenido por Dios como justo, sino hasta que él decide recibir nuestras obras a través de Cristo.
Para Dios si es importante nuestra obediencia y todas nuestras obras para su gloria, pero nada por muy bueno que hagamos nos alcanza para lograr la salvación, por eso, todo lo que hagamos debe ser por gratitud a Dios, porque sólo el nos puede salvar por Cristo.
La salvación es sólo obra de Dios, jamás será un logro humano, o recompensa divina por el buen comportamiento. Sin embargo, Dios espera siempre recibir nuestras buenas obras, es más, él nos prepara para toda buena obra, pero esto siempre será el resultado de la fe que Dios mismo nos implanta para que podamos creer, y también, las obras deben ser por el esfuerzo humano en la gracia para hacer que crezca la fe que hemos recibido por Dios.
Cundo estábamos muertos Dios nos dio vida, allí nos visitó con por su misericordia y gracia, puesto que en esa condición nada podíamos hacer, ya que es natural que un muerto esté inmóvil. Pero una ves que recibimos la vida en Cristo y con ello la salvación, ahora sí podemos hacer buenas obras para glorificar a nuestro salvador y dar testimonio de él en el mundo. Así que, sólo a través de Cristo recibimos el perdón para ser salvos, toda culpa es borrada para que en lugar de la condenación recibamos la salvación eterna.
Dios es el autor de nuestra salvación, antes de poder hacer algo que lo honre, antes de cualquier respuesta humana está su obra con el Espíritu Santo, que nos implanta fe y con ella nos convence de nuestros pecados y de la necesidad de creer en Cristo para salvación.
Así es como finamente creemos e inicia nuestra respuesta a Dios, no para ser salvos, sino por haber ya recibido la salvación. Este tipo de obras no son inútiles, pues deben ser naturales en quienes hemos recibido la misericordia de Dios, y porque permanentemente debemos ser regenerados sometiéndonos a la obra del Espíritu Santo. Somos salvos por la misericordia de Dios, no por nuestras obras.