Sólo Dios nos salva en Cristo

La protección, provisión y salvación descansan en Dios, por eso nuestra confianza en él y relación por medio de Cristo debe cultivarse toda la vida. La maldición del ser humano es la consecuencia de no mantenerse confiado y obedientemente en la palabra de Dios. La palabra de Dios es la vida eterna que necesitamos, porque la palabra revelada de Dios para salvar al mundo es Cristo.

«Toda nuestra fe debe estar en Cristo aun cuando en este mundo hay muchas ofertas de bienestar y deleite, incluso, a pesar de las muchas religiones no debemos quitar nuestra mirada de Dios, porque es el único que en realidad quiere nuestro bien y puede logarlo, ya que a envido a su unigénito Hijo para sacarnos de la miseria y de la condición desgraciada al estar bajo el poder de satanás y del pecado. Cristo murió y resucitó, por eso en él tenemos el poder y la victoria para ser libres.»

Dios tiene compasión de nosotros no importando que estemos lejos de él, porque si nos arrepentimos y volvemos a la verdad creyendo en Cristo nos recibe para bendecirnos con todos los beneficios de la cruz, de hecho, nadie puede arrepentirse y convertirse a Dios sin el poder del evangelio, el cual es anunciado, pero también es el poder de Dios con el que podemos sea arrancados del poder del mal. El que recibe el evangelio y lo cree puede confesar, que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios y salvador del mundo, de esta manera estará en la mejor condición de la vida.Por lo perfecto que Jesús realizó en la cruz, más allá de tantos milagros que hizo en todo su ministerio, hoy podemos tener la seguridad que Dios es nuestra ayuda inmediata, que nos ama tanto y que por eso está al tanto de nuestras oraciones y pendiente de nuestras vidas.Debemos clamar a Dios con total confianza en el nombre de Cristo, porque Cristo logró unirnos a él y sigue siendo nuestro perfecto mediador. No dejemos de esperar en Dios; en sus acciones libres para bendecirnos y en las respuestas a nuestras oraciones. No caigamos en la desesperación, ni atendamos la voz mentirosa del maligno en nuestras tribulaciones, confiemos en Dios y esperamos en él.

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