No hay emoción más grande acompañada de la convicción al conocer a Cristo como nuestro Señor y Salvador. La experiencia de la salvación y de la vida eterna no es sólo un poco de conocimiento de un Dios creador y de un Jesús histórico, sino que tiene que ver con la gracia de Dios que nos asiste para entender y recibir el evangelio, por medio del cual Dios elimina nuestros pecados y nos une a él, para disfrutarlo en todo instante, superando así la alegría o tristeza de este mundo.
“Por esto mismo, podemos aceptar en el corazón y comprender más lo que Dios se merece y debemos esforzarnos para que mediante la comunión con Cristo disfrutemos más las bendiciones de la cruz, a la ves que vivamos para la gloria de Dios, puesto que siempre participamos de todas las bendiciones que nos manifiesta al aceptar la revelación de sus atributos a través de Cristo.”
Cristo es la revelación de la sabiduría de Dios con lo que nos salva, ya que lo que del mundo se desprende como sabiduría es ignorancia, porque todo lo que rechaza a Cristo y se opone a Dios es obra de satanás, y la sabiduría que es según Dios en Cristo es la que nos permite conocer a Dios y relacionarnos con él de manera temerosa. Cristo es la sabiduría revelada, porque sólo a través de él podemos saber quién es Dios y recibimos las bendiciones eternas.
El poder para ser libres del poder destructor de satanás es de Cristo, por eso no debemos buscar en ninguna otra parte liberación, ni hay que atribuirle a nadie más la gloria por nuestro bienestar, seguridad, perseverancia y esperanza. Porque, aunque ciertamente el mal habita en este mundo caído, en Cristo encontramos la fortaleza para resistir y vencer, por esto es por lo que, los que creemos en Cristo somos salvos y siempre lo seremos, ya que de esto se encarga Dios y para esto se ha revelado en el mundo a través de Cristo.