
Dios puede impedir que el mal nos toque, pero también el maligno está bajo la autoridad de Dios, aunque no de manera voluntaria, por eso es por lo que, si Dios permite que el mal nos cause algún malestar será conforme a los propósitos de Dios. Así que, en lugar de nuestra destrucción, lo que Dios busca es nuestra edificación, y nos lleva por el proceso del quebrantamiento, ya que así nos dará la forma gloriosa que quiere, lo cual traerá deleite a nuestra vida y perseverancia hasta la segunda venida de Cristo, o hasta el día de nuestra muerte.
«Cuando honramos la presencia de Dios, confiamos en él y nos sometemos voluntariamente quedamos bajo su cuidado, por eso el mal no nos puede dañar al grado de destruirnos, no puede triunfar sobre la fe y por lo mismo no nos puede separar de Dios. Aunque el cuerpo se ve afectado eso es recuperable, porque tenemos la promesa de un cuerpo glorioso, y jamás nuestra alma puede ser desecha por el maligno destructor. Donde está Dios hay libertad del mal y protección.»
En las tribulaciones conocemos mas sobre la fe y la fortaleza, pues ahí se manifiesta lo que somos al momento de actuar, por eso Dios nos da la oportunidad de conocernos en el tiempo de la aflicción, nos ensaña a buscarlo y a confiar en que siempre actuará favoreciéndonos. Así es como al llegar el mal a nuestras vidas no deja destrucción ni muerte, sino que estaremos maravillados por la manifestación de Dios y por los resultados glorioso, porque confiamos que Dios nos bendecirá justo en ese momento.Así que, no esperemos la ausencia del mal, sino la presencia de Dios, lo cual es suficiente para vivir seguros, sabiendo que el alma está en paz y vivificada cuando entra en comunión con su hacedor. Nuestro cuerpo puede ser destruido, incluso, naturalmente a través de los años volverá al polvo, pero el alma gozará en la presencia de Dios esperando el día glorioso de la resurrección. No nos sobre preocupemos desmedidamente, mejor ocupémonos para estar equipados en el día de la prueba y disfrutar la presencia de Dios y la victoria de Cristo, porque así en realidad estaremos guardados del mal.