
En la profundidad del reino de Cristo nuestra fe y la práctica de la fe no se define por la comida que comemos, ni tampoco la satisfacción más grande está en lo que nos llevamos al vientre. El centro de nuestra fe es Cristo y todas las bendiciones de la cruz, y de la misma manera, lo que trae mayor satisfacción a nuestras vidas son los resultados de la cruz; al estar Cristo presente en nuestra vida llenándonos, sustentando nuestra fe y perseverándonos en su reino para la gloria de Dios y nuestro supremo bien.
«La comunión con Dios es por Cristo, no está mediada por ceremonias religiosas, ritos o cualquier tipo de comida. Agradar a Dios no es por lo que comamos o no comamos para ser santos, porque también la santificación tiene su fundamento en la sangre de Cristo y es aplicada por el Espíritu Santo. Nuestra posición delante de Dios y el agrado para él, es sólo por lo que Cristo ha hecho para salvarnos, es porque Cristo agradó a Dios por nosotros y cumplió con la justicia divina.»
Nuestros pecados son borrados y dejamos de ser culpables ante Dios no por nuestras obras o practicas religiosas. El único medio para recibir el perdón y ser libres de la maldición del pecado es Cristo. Entraremos al reino de los cielos no por la comida que consumimos o dejamos de consumir, sino porque Cristo ha logrado un lugar para los que por la fe en el creemos que es nuestro salvador. Si sólo por Cristo podemos estar unidos a Dios y moraremos para siempre con Dios, es porque Dios nos mira a través de él y así se agrada, quedamos limpios de nuestras maldades y nos transforma permanentemente.La preciosa obra del Espíritu Santo en nuestras vidas nos convence por el evangelio, que fuera de Cristo no hay salvación, que el único medio para alcanzar el favor de Dios es Cristo. Por esto nuestro mayor enfoque en la vida de fe es en lo espiritual, y no en la práctica ritual, ni en discusiones sobre lo externo.Ningún lavamiento ni lo que entra al cuerpo por el estomago nos hará salvos, ni nos dará gozo eterno. Sólo por Cristo somos reconciliados con Dios al ser perdonados, y sólo por él podemos disfrutar la paz con Dios y recibimos el gozo para vivir hoy contentos, y con la esperanza de un mayor gozo con Dios por la eternidad en la gloria celestial.