No guardemos amarguras en el corazón porque esto afecta nuestra vida de fe y también puede traer graves consecuencias en la salud del cuerpo. El amor de Dios cura toda amargura cuando mediante el Espíritu Santo sentimos el amor de Dios y producimos el fruto del amor divino. El impacto del amor de Dios en la vida influye en nuestras relaciones cotidianas, nos ayuda a ser de bendición incluso en la vida de nuestros enemigos, porque también a ellos debemos amar perdonándolos, haciéndoles bien y orando a Dios para sus beneficios.
Dios bendice nuestras vidas cuando tomamos la decisión de amar al que no se merece amor, así como Dios nos amó aun cuando nosotros toda vía éramos pecadores. También Dios nos usa como instrumentos de su gracia cuando manifestamos amor, porque es de este modo como también se hace visible Cristo en la vida como salvador y como el que con su gracia nos transforma para ser nuevas criaturas conforme a su naturaleza. Si amamos a nuestros enemigos Dios hará maravillas en nuestras vidas y en la vida de ellos, porque nada es en vano cuando se hace todo en el nombre de Cristo y para la gloria de Dios.