Dios responde al clamor de sus hijos

Orar es una de las bendiciones más grandes que tenemos los hijos de Dios, pero también es un mandamiento, porque de ello dependen muchas bendiciones y nuestro crecimiento cristiano, pues oramos con la fe en Cristo, lo cual es ejercicio de la fe y de nuestros deberes en la gracia. Cuando no se ora es por negligencia, incredulidad, desobediencia, falta de responsabilidad y autodependencia. Dios nos manda a clamar, a la vez que nos recuerda la oportunidad de buscar en él todas las cosas que necesitamos en cualquier tiempo.

«Para esos momentos difíciles de tribulaciones la oración se convierte en nuestro mayor tesoro, porque podemos clamar a Dios por su ayuda, y es que precisamente él espera nuestra plegaria aun cuando conoce nuestra situación. Dios actúa de esta manera porque no se entromete autoritariamente, sino que espera la solicitud de ayuda por parte de quienes confían en él, lo aman y de quienes vivimos para su gloria procurando siempre honrar su nombre. Dios si estará callado y pasivo ante quienes lo desprecian, ante los arrogantes y ante quienes no oran desobedeciendo el mandato de orar y desechando la bendición de platicar con él.»

La esperanza se hace presente en nuestra vida al recordar que siempre podemos orar cuando las cosas nos son contrarias, cuando parece que no tenemos salida y cuando nuestra angustia crece desmedidamente. Dios nos ama tanto, que por eso nos pide que oremos, se ofrece para ayudarnos y a pesar de sus juicios por el pecado nos da la oportunidad de buscar el perdón en oración de arrepentimiento.

Si hoy estamos enfrentando muchas dificultades es la ocasión para recibir la manifestación de Dios, conocer mas sus bondades y disfrutar de su comunión. Hay veces que, por nuestra incredulidad en las pruebas en lugar de considerar la misericordia de Dios, pensamos que él no es bueno por lo que nos está sucediendo, pero es que, en realidad, Dios permite toda circunstancia para nuestro crecimiento cristiano y para ayudarnos a desarrollar nuestra fe, así cambia para bien nuestra condición de vida ahora, y tenemos más certeza de la gloria futura.

Oremos a Dios reconociendo que muchas cosas no están a nuestro alcance, que no conocemos todas las cosas y que no somos poderosos para lograr lo que le urge a la vida para que vivamos en dicha y con la seguridad de lo eterno y venidero. Dios es el que nos ayuda para lograr lo imposible y a encontrar caminos y puertas que en nuestra propia condición y situaciones de vida no podemos ver. Consideremos que la pasividad humana y las derrotas reflejarán la falta de clamor. Así que clamemos a Dios y seguramente el responderá.

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