
No debemos desanimarnos por todos los sufrimientos de nuestro cuerpo, debemos buscar la ayuda en Dios con la esperanza que él nos está vivificando espiritualmente y él es el que hace que nos rejuvenezcamos en el alma. Nuestro cuerpo en cualquier momento se volverá polvo, pero tenemos la esperanza de un cuerpo glorioso, por eso es por lo que este cuerpo que tenemos siendo pasajero no debe ser nuestra gloria.
«No dejemos de glorificar a Dios por las tribulaciones que vivimos en este mundo caído, antes bien, confiemos que cada padecimiento no es en vano, porque seguramente seremos edificados y Dios nos usara para ser de bendición en la vida de otras personas. Tengamos comunión con Cristo, y dejémonos guiar por el Espíritu Santo, porque así tendremos renovación espiritual, fortalecimiento y regeneración hasta la consumación de nuestra santificación.»
Cada vez que padecemos hay que recordar que somos débiles y que no podemos valernos por nosotros mismos, que no somos autosuficientes como para satisfacer verdaderamente nuestra vida, ni somos capaces de darnos la seguridad que necesitamos. Al mismo tiempo debemos buscar la ayuda de Dios, porque él nos da vida eterna, y cotidianamente nos bendice, renueva y fortalece.Cuando nuestra vida se vive para la gloria de Dios y es instrumento de su gracia en su reino nuestros padecimientos no serán en vano, además que en todo crece nuestra confianza para buscar el auxilio de Dios y para esperar en todas sus promesas gloriosas. Hay quienes sufren por sus pecados y aun el sufrimiento venidero será mayor, de todas maneras, el cuerpo con el paso de los años se desgasta naturalmente y los que vivan sin Cristo padecerán lo peor. Por esto es por lo que, es conveniente vivir sólo para Dios mediante la fe en Cristo y depender sólo de él, así se aprovecha la vida en este mundo y somos encaminados a la vida eterna en su gloria.