Israel campos

Llevando el evangelio a todas las naciones

El perdón de Dios nos da felicidad

El perdón de Dios nos da felicidad

Reconocer la maravillosa gracia de Dios en nuestras vidas nos hace feliz, porque saber y sentir que Dios nos ha perdonado y que nos da un lugar con él es lo más grandioso que podemos recibir en la vida. Nuestra salvación siempre será el favor que recibimos de Dios aun cuando no lo merecíamos. Ciertamente estaremos lidiando con el pecado todos los días, pero vamos a vivir con la confianza de que ya somos perdonados y que Dios nos fortalece en Cristo. De la misma manera, vamos a padecer tribulaciones, pero en lugar de caer, Dios nos ayudará para crecer y ser más fortalecidos.

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos. En mi gemir todo el día.” Salmos 32:1-3

Dios cubre nuestros pecados con la sangre de Cristo cuando lo recibimos en nuestra vida con fe, esto quiere decir que Dios ya no tomará en cuenta nuestros pecados para juzgarnos y condenarnos, sino que nos bendecirá y también sentiremos el gozo y la felicidad de ser perdonados. El mismo gozo que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente es la misma alegría que podemos disfrutar nosotros. Todos los días debemos vivir como perdonados, lo cual implica ser agradecidos y consagrados para la gloria de Dios amándolo y sirviéndole siempre.

Confesar nuestros pecados con la fe puesta en Cristo seguros de ser perdonados es una de nuestras mejores decisiones y acciones, porque eso cambia nuestra condición de vida, nuestra calidad de vida y el rumbo de nuestra existencia. Hoy Dios puede agradarse de nosotros y de todas nuestras obras porque ha borrado nuestros pecados, nos manifiesta su amor porque ha quitado la culpa de nuestras rebeliones y por esto mismo, anhela y nos impulsa a vivir todo el tiempo conforme a su corazón. Dios quiere que seamos dóciles ante la presencia santificadora del Espíritu Santo y que seamos esforzados en su gracia. Consagrémonos más a Dios y seamos felices.

Compartir