Cristo fue enviado por Dios para salvarnos

En el tiempo establecido por el Padre celestial y anunciado con anterioridad se cumplió a la perfección la promesa de la salvación en Cristo. No ocurrió más, ni menos de lo que ya estaba fijado por Dios, y todo fue suficiente para lograr eterna salvación. Cristo tomó la naturaleza humana, nació de una mujer como perfecto humano y como humano perfecto. Toda la obra de la salvación fue dirigida desde el cielo, cada escenario y circunstancia es el resultado de la providencia divina para consumar el plan redentor.

«Cristo nació de una mujer porque sería el Salvador de la humanidad y en su labor tomaría el lugar de todos nosotros para complacer a Dios. Siempre fue santo, aunque fue contado entre los pecadores a causa de nuestros pecados, y por eso sufrió como si hubiera pecado. Como el que pecó fue humano, también un humano tenía que ser castigado con la muerte, y como Cristo fue el que con su vida nos salvó del castigo, así mismo nos presentó delante de Dios, siendo perfecto y cumpliendo perfectamente con las exigencias de la ley.»

Cristo nació con el deber de obedecer a Dios mediante la ley, y aunque en todo seria obediente perfectamente, al tomar nuestro lugar en la cruz quedó sujeto para sufrir la maldición de la ley, es decir, debía morir como castigo por el pecado de los injustos, aun cuando él era justo. La muerte de Cristo fue necesaria, porque ni todas nuestras obras buenas nos alcanzaban para complacer a Dios y por ello recibir la salvación, pero siendo Cristo perfecto en todo, por sus méritos si recibimos la eterna salvación.Cristo nos liberó de la maldición hecho voluntariamente maldición por nosotros, por él ahora gozamos de las bendiciones eternas de Dios y de las bondades cotidianas, así apartó el calor de la ira de Dios y la condenación eterna. Ahora podemos ser hijos de Dios por medio de Cristo al creer por la fe.La realidad de nuestra comunión con Dios como familia es algo que se vive todos los días, por eso podemos tener gozo, paz y esperanza, aunque los tiempos cambien, porque Dios jamás cambiará, su propósito es para siempre como lo son también sus promesas y su presencia en nuestras vidas.Por medio de Cristo lo más importante para la salvación no es nuestra obediencia, aunque debemos obedecer, sino la confianza en su obediencia. Por la obediencia de Cristo debemos obedecer y en ella somos capacitados para aprender siempre obediencia, por lo tanto, confiadamente recibamos a Cristo quien fue enviado por Dios para salvarnos.

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