La mayor parte de las veces, con mucho esfuerzo, llegamos a controlar la lengua. Pero qué difícil es dominar los pensamientos, que ayudados por la imaginación, como potrillos desbocados se lanzan a juzgar y condenar al prójimo, llegando hasta atacar su integridad o su honra.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.” Filipenses 4:8-9 RVR1960
La dignidad o sea la calidad de ser digno, significa excelencia, realce; lo contrario es la indignidad, y esta es una actitud, reprobable e impropia del que la ejecuta. Debemos pensar en lo que le agrada a Dios, porque esto es de edificación para nuestra vida y por lo mismo para nuestro prójimo. La única manera posible de pensar en lo correcto es cuando pensamos según Cristo, porque sólo él nos hace participar de su mente y de una nueva naturaleza.
Es de esperar que ningún cristiano sincero, que forma parte de la familia de Dios, aquel que no anda conforme a la carne, sino conforme al Espíritu; aquel que fue llamado conforme al propósito de Dios, predestinado, justificado y glorificado, puede ocupar su mente con otros pensamientos que no sean los de ese Señor y Padre que lo ha elegido por hijo solo por su voluntad soberana.
Tristemente satanás, el eterno enemigo del alma, y el mundo que constituye su dominio, llegan a influir en la conducta y nos retrasan en el avance hacia la meta propuesta de llegar hacer como nuestro Salvador. Por esto, hay que permanecer en el evangelio, hay que orar conforme al evangelio y ser esforzados en la gracia para que se vaya dando la transformación en nuestras vidas.
Muchos no crecen ni crecerán, esto ocurre porque nos alejamos de Dios, descuidamos, la comunión con El, abandonando la oración, la lectura y meditación de su palabra. Sin el evangelio no se puede conocer lo que es bueno, ni puede uno hacer lo buenos, porque para esto se necesita nacer de nuevo, y esto es el resultado de vivir la vida en Cristo confesándolo como nuestro Salvador.
La Palabra de Dios recomienda: pensar en aquello que sea digno de alabanza, como lo que es verdadero, justo, puro, amable y de buen nombre; al obedecer lograremos que nuestra vida cristiana se edifique cada día más. Pero todo esto tomará lugar en nuestras vidas, cuando pensamos en Cristo, cuando él forma parte de nuestra vida y cuando lo disfrutamos siempre en el vivir diario. Pensemos en lo bueno según Cristo.