La meta más importante en nuestra vida debe ser la de estar en comunión con Dios, pero hay que tomar en cuenta, que esto sucede cuando espiritualmente hemos sido unidos a Dios por medio de Cristo. La vida en el pecado es una vida de separación entre Dios y nosotros, y en esta condición espiritual todo lo que se hace será siempre opuestos a la voluntad de Dios, y además, de esa manera de vivir no podemos salir solos.
“Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más.” 1 Tesalonicenses 4:1 RVR1960
El evangelio es la solución que Dios nos ha dado para ser libres del pecado, por eso al creer en Cristo inicia una nueva vida y es también el evangelio lo que va a guiar esa vida nueva y mediante el cual podemos crecer más al agrado de Dios. Cada vez que procuramos la Palabra de Dios en nuestra vida seremos transformados conforme a la voluntad de Dios, porque el evangelio tomará el control de todo, no solamente Cristo será la vida en nosotros, sino que también será nuestra forma de vivir.
La madurez cristiana y el crecimiento espiritual se dará de manera natural cada vez que centramos nuestra vida en Cristo, porque esa manera de vivir se irá aprendiendo y desarrollando, y esta dura todo lo que dura nuestra existencia en este mundo. Siempre puede ir abundando más y más en nosotros aquello que es característico de un hijo de Dios y lo que a él le agrada, es decir, la santificación y la regeneración en el creyente es algo de todos los días y corresponde solamente al evangelio ya que es en Cristo cómo podemos nacer de nuevo y crecer a la imagen de Dios. Tomemos la Palabra de Dios para vivir el evangelio y de manera natural viviremos para la gloria de Dios.