Vivamos en Cristo y para Cristo

Nuestros mayores deseos no deben estar en las cosas de este mundo, ni tampoco hay que satisfacer a la carne, más bien nuestra atención debe estar en las cosas celestiales y nuestra alma debe estar satisfecha con Cristo. Las cosas de este mundo son pasajeras y los deseos de la carne se oponen a la vida espiritual dirigida por el Espíritu Santo. Nuestra carne aún anhela las cosas pecaminosas, pero esto hay que dominarlo enfocados en el evangelio y siendo llenos del mismo.

«No le debemos nada a la carne como para hacer su voluntad, por el contrario, la carne debe ser crucificada, debe morir y hay que renunciar a ella. De la misma manera, no tenemos que dejarnos llevar por el sistema de este mundo, porque nuestra ciudadanía corresponde al cielo y nuestra mayor gloria es la de Dios, la misma que Cristo nos traerá y bajo la que moraremos por siempre.»

Hay que ser conscientes de que tenemos una lucha contra el mundo y contra la carne y quién está detrás de esto es satanás, quien tiene como propósito que los que viven malamente no salgan de ahí, pero también, que los que somos hijos de Dios perdamos la comunión con él. Satanás es el que ha creado un sistema de vida que se opone a Dios y así rige espiritualmente en el mundo del mal, pero también es el tentador quien busca seducirnos para enredarnos en sus ofrecimientos mentirosos y destructivos.

Debemos estar preparados siempre con el evangelio para resistir al mundo y a la carne, para vencer a satanás. Es importante que estemos concentrados en el evangelio para que conozcamos más a Cristo, recibamos las bendiciones espirituales y disfrutemos a Cristo quien es la alegría más grande de la vida y en quien está segura nuestra esperanza del gozo y de la gloria celestial en su plenitud. Consagremos nuestra vida a través del evangelio y para el evangelio, porque el deseo de Dios es que tengamos vida en Cristo y vivamos para ser testigos de Cristo.

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