Los problemas no son las tormentas más graves de la vida, sino que vamos navegando solos en un mar embravecido. Es difícil cruzar por este mundo en medio de todos sus problemas y sufrimientos, por eso necesitamos ir con aquel que tiene el poder sobre el mal, con aquel que puede darnos paz en todas las tormentas. Dios nos dio al príncipe de paz para que podamos estar en calma, aunque rujan las tempestades.
«Hoy podemos sentir la presencia de Dios ahí mismo en nuestros padecimientos, porque Dios ha resuelto lo necesario para estar con nosotros todo el tiempo. Cuando no era posible tener los favores de Dios por nuestros pecados, Dios lo hizo posible dándonos a Cristo quien sufrió los tormentos de este mundo para que hoy Dios nos bendiga con su paz, y es que, por medio de Cristo llegó la paz con Dios y la paz de Dios, porque fuimos reconciliados con él y nos da todo para que podamos tener victoria ante las situaciones difíciles de la vida y en esta seguridad podemos tener tranquilidad.»
Aunque las situaciones difíciles nos pueden rodear, Dios guarda nuestra mente y nuestro corazón con su paz, así no nos domina el pensamiento negativo, ni la tristeza o el afán arrasan con nuestra vida. La paz en la mente y en el corazón, es Cristo en nuestras vidas, porque cuando nos aferramos a la verdad de que él es nuestro salvador y cuando toma lugar en nuestro corazón para hacernos sentir su amor vamos a estar seguro de que todo estará bien, porque nada nos puede destruir cuando el plan de Dios en Cristo es nuestra salvación.Hoy podemos atravesar las tempestades con ligereza y poco a poco desaparecerán las tormentas, porque, aunque hoy gozamos de Dios, un día este gozo será completo, será en ese día cuando cara a cara veamos a nuestro príncipe de paz, al que hizo posible nuestro lugar en la presencia de Dios y nuestra victoria ante las aflicciones de este mundo. No nos demos por vencidos ante los embates de las aflicciones mundanas como tempestades que lo arrastran todo, esperemos con fe oír la voz de nuestro salvador decir; enmudece, calma. Por lo tanto, disfrutemos en Cristo la paz con Dios y la paz para vencer las aflicciones de este mundo.