Dios secará nuestras lágrimas porque nos consolará eternamente de todos nuestros sufrimientos y porque se acabará el dolor, todos los males y la tristeza. Esta es una esperanza que tenemos todos los creyentes, aunque también en este tiempo experimentamos el consuelo y la fortaleza de Dios en los momentos difíciles. Así que no debemos esperar que seamos exentos de los padecimientos mientras estamos en la tierra, por lo cual, lo que debemos hacer es aprender a enfrentarlos con la esperanza que Dios nos da.
«Este mundo es un valle oscuro lleno de llantos, primero por las consecuencias del pecado que heredamos y practicamos y también porque somos aborrecidos por el mundo quien nos causa aflicciones. La esperanza que tenemos para ese momento en el que cesarán nuestras lágrimas, es que estaremos en el cielo nuevo y en la tierra nueva en donde no existirá el pecado y estaremos en la plena presencia de Dios.»
El gozo que nuestra vida recibirá naturalmente va a diluir cualquier sentimiento de tristeza, porque la verdadera alegría del ser humano es estar unido a Dios, porque con él no hay maldición si no todas las bendiciones espirituales que libran la vida del mal. Nuestra condición espiritual al estar en la gloria de Dios será gloriosa, seremos exaltados y perfeccionados, por eso mismo ya no existirá más para nosotros el sufrimiento.Esperemos con gozo la segunda venida de Cristo, y que no nos gane la tristeza por pensar que un día moriremos, porque por la misma esperanza de que Dios secará nuestras lágrimas podemos decir que morir es ganancia. Vivamos agradecidos con Dios por todas las cosas que nos ha asegurado y prometido en Cristo y usemos todos los recursos espirituales que nos ofrece para vencer nuestro peregrinaje en este mundo de tanto dolor.