
Las preocupaciones son parte de la vida diaria, pero debemos aprender a vivir confiando en Dios, hay que hacer todas las cosas dependiendo de su ayuda, porque así tenemos su dirección y fortaleza para llevar a cabo todas las cosas. La preocupación excesiva llega cuando dependemos de nosotros, cuando creemos que la solución y la respuesta está en nuestras propias virtudes y en el esfuerzo únicamente personal.
«Tenemos que ser sabios y humildes para poner todas las cosas en las manos de Dios y para buscar en él lo que la vida necesita para ser sustentada. Lo que nos aflige hay que dejarlo a Dios, así él nos librará de todo y nos llenará de la fuerza espiritual para tratar con esas dificultades. Dios también tiene el deseo y el plan de que seamos sustentados con todo, de tal manera, que nada espiritual nos falte y que lleguen también todas las demás bendiciones como resultado de lo espiritual en Cristo.»
Dios siempre cuida a sus hijos, porque los ha comprado con la sangre de Cristo y los ha adoptado para que sean herederos de las riquezas celestiales. No nos quejemos por las cosas materiales que nos hagan falta, porque Dios nos ha dado lo espiritual y si en algo material estamos necesitados eso tiene un propósito para esta época, ya que tenemos la esperanza segura de que un día no padeceremos ninguna necesidad.El cuidado que Dios tiene de nosotros es que tengamos la provisión y la perseverancia para que nada nos haga desmayar. Confiemos que Dios es rico en todo y nos participa de esas bendiciones por medio de Cristo, y que él es invencible y por eso nos hará triunfar. Confiemos en que Dios tiene el control de las cosas y que por lo mismo quiere que estemos tranquilos esperando su soberano plan, ya que su propósito es nuestro eterno cuidado. Por todo esto, no se nos debe olvidar que Dios quiere ayudarnos.