Cuando le entregamos nuestra vida a Cristo y permanecemos en Su Palabra nuestra mente comienza a ser transformada, es así como nuestra vida ya no se dirige más conforme a la corriente de este mundo, porque el estar viviendo de acuerdo con el mundo nos hace enemigos de Dios, y es que precisamente, Cristo nos reconcilia con él, cuando a través de su sacrificio Dios nos perdona y nos quita la culpa del pecado.
“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.” Romanos 12:2 DHHDK
De manera milagrosa en la comunión con Dios vamos siendo renovados, por eso cambia nuestra manera de pensar, la manera como tomamos decisiones y por lo mismo, podemos retomar el objetivo de vida por el que fuimos creados por Dios. Hay que ser conscientes de que en este mundo satanás busca que no vivamos la fe en Cristo, que estemos separados de Dios, y cuando él logra eso hace que la vida humana en acciones y omisiones esté opuesta a Dios. Esto es lo que hace necesaria nuestra perseverancia en la verdad, para que nuestra vida cambie y esté firme ante la obra del diablo quien busca nuestra destrucción.Si llenamos nuestra mente de la Palabra de Dios y nos sujetamos a la dirección del Espíritu Santo, nuestra mente será libre del mal, se vaciará de todo lo que nos lleva al pecado y vamos a tener más la mente de Dios para conocer sus deseos y seremos movidos a vivir como él quiere. Tomemos en cuenta que por nosotros mismos no podemos superar lo malo, pero cuando Dios obra con Su Palabra en nuestro ser obtendremos la transformación y la fortaleza para vencer.Si nos enfocamos en el comportamiento y en los hábitos negativos para querer cambiar nunca lo lograremos, hay que estar en la Palabra, lo cual implica escuchar los mensajes del evangelio, escudriñar la Biblia y aceptar cuando la Palabra confronta nuestra mente. Hay que tomar la Palabra de Dios como la regla para nuestra conducta, pero esto implica que la Palabra de Dios esté en nuestra vida para que haga la obra espiritual y que también conscientemente nos esforcemos por vivir la palabra opuestos al mundo y sus deseos. Que no se nos olvide que una mente renovada por el evangelio es lo que Dios quiere para nuestra vida y eso es lo que le agrada.