No siempre sabemos lo que es correcto y conveniente.

No tenemos la capacidad espiritual para tomar siempre las decisiones correctas, el pensamiento fue afectado por el pecado y así todas nuestras facultades, por lo mismo, nuestras acciones no siempre son las mejores. Debemos ser humildes para aceptar nuestro problema y para recibir con fe la ayuda que Dios nos ofrece. Dios ha provisto el perdón de nuestros pecados y la bendición de volver a él por medio de Cristo, para que con su ayuda nos sea más fácil poder andar en su camino, planes y propósitos.

«El pecado es tan malo, que aun cuando honestamente tengamos buenas intenciones a nuestro parecer, no siempre eso es así, porque el pecado obra en el ser humano, más allá de lo que a uno le parece bueno. Por esto, la verdadera honestidad, es reconocer que necesitamos buscar la dirección espiritual en Dios, que debemos tomar Su Palabra para conocer más su voluntad y debemos consagrarnos de manera permanente en Cristo.»

No hay que justificarse de las malas decisiones y acciones, con la idea de que nunca quisimos hacer lo malo, pues de antemano, Dios nos está diciendo que no podemos lograr el bien solos, y que, además, él conoce las verdaderas intenciones de nuestro corazón, conoce nuestras deficiencias, y por lo mismo nos ofrece la respuesta espiritual en Cristo, y la constante ministración con la Palabra mediante la obra del Espíritu Santo.

Seamos humildes para buscar todo el tiempo la ayuda de Dios, su obra que transforma, la provisión de su sabiduría, permaneciendo en la Palabra. Precisamente, mediante la Palabra de Dios conozcamos más su plan de salvación, disfrutemos la experiencia con Cristo, dobleguemos nuestro propio yo, planes y propósitos, para que se manifieste Cristo en nuestras vidas. Todo esto nos llevará a estar en el deseo y en el horario de Dios, viviendo para su gloria, porque es así como nos irá bien, estando en lo correcto.

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