Dios nos ayuda a aceptar su voluntad con alegría, aunque los momentos sean difíciles. Mediante la fortaleza que Dios nos da en Cristo podemos soportar las tribulaciones y esto es lo que hace posible nuestra victoria. El creyente fortalecido sabe sobreponerse en el tiempo de la angustia, su carácter es firme para afrontar las cosas con confianza, con fidelidad y con alegría para la gloria de Dios.
«Las cosas difíciles que enfrentamos son permitidas sabiamente por Dios, así que no debemos renegar, sino que, hay que enfrentarlas contentos y con la esperanza de que Dios nos ayudará y todo será para nuestro bien y para los planes y propósitos divinos. La fortaleza que podemos obtener en Cristo es suficiente para disfrutar de Dios aun cuando las cosas son difíciles.»
Depender de Cristo es la clave para estar bien en medio de las crisis. El verdadero gozo y el bienestar de esta vida no es por la ausencia de adversidades, sino por la presencia de Cristo en nuestra vida, quién es la fuerza que se necesita para seguir adelante. Cristo nos hace participar del poder con el que venció las aflicciones de este mundo, por eso no hay dudas, de que si estamos fortalecidos por él podremos resistir las tribulaciones que nos toque enfrentar en esta vida.
Las necesidades nos recuerdan que necesitamos de Dios, que somos débiles y que si no recibimos el evangelio que Dios nos ofrece no estaremos bien, porque las necesidades físicas y el sufrimiento del ser humano es apenas una pequeña manifestación de las muchas consecuencias por el pecado. Si Cristo está en nuestra vida porque hemos creído en él y lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador, vamos a triunfar en las aflicciones. Así que, si buscamos a Cristo para la solución de nuestros problemas espirituales, todas las demás dificultades serán resistidas y vencidas en contentamiento.