Nuestra vida de fe se debe vivir alineada con la Palabra de Dios y en todo hay que tener como propósito llevar a cabo su voluntad cueste lo que cueste. Nuestra seguridad puede estar en peligro por causa de las personas que tienen un mal corazón, y que bajo la influencia del maligno llevan a cabo propósitos destructivos, sin embargo, tenemos la confianza en que Dios nos cuida y nos ayuda a ser responsables y prudentes ante el peligro.
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10:28 RVR1960
Como sabemos que el mundo nos desconoce por ser hijos de Dios y que nos causa aflicciones, debemos aprender a confiar en Dios y a buscar sus promesas, porque de lo contrario nuestra vida no puede tener seguridad. El mundo ataca a los que no son de él, a los que no viven de acuerdo con su sistema, sino que viven conforme al deseo de Dios consagrados a su nombre santo.Que el mundo no nos haga desmayar como para ya no vivir la vida que agrada a Dios. Despreciemos al mundo y amemos a Dios, porque cuando amamos a Dios podemos disfrutar de lo eterno aun cuando en el mundo no tengamos muchas cosas. Recordemos que los que son amigos del mundo, se convierten en enemigos de Dios y es mejor temer al que nos puede destruir por completo, pues el mundo solo puede afectar temporalmente nuestro cuerpo, más Dios por el pecado mantendrá a las personas completamente en el tormento eterno.La consagración a Dios implica una vida siempre en contra del pecado, una vida de alabanzas y de servicio, por eso, a pesar de las oposiciones del mundo, nunca hay que dejar de predicar a Cristo. Nuestro Salvador nos llamó para que renunciemos al mundo, y a nuestro propio yo, y para que de esa manera nos convirtamos en sus seguidores hasta el fin del mundo. Creer en Cristo implica tomar la cruz para confiar en su obra que salva y también implica estar dispuestos a sufrir todos los padecimientos por su nombre y por su causa. Así que, confiemos en Dios y temamos a su nombre.