Cristo nos ofrece preciosísimas cosas presentes y futuras

En Cristo hoy tenemos vida eterna y preciosísimas promesas futuras

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 1 Pedro 1:3-5 (RVR 1960).

Estando muertos en nuestra miseria pecaminosa fuimos visitados por Dios en un acto de pura misericordia y gracia; recibimos la vida eterna, porque aunque en esta vida nuestro cuerpo se desgastará, tenemos la promesa de resucitar de entre los muertos así como Cristo resucitó. Aunque será consumada la vida eterna, hoy tenemos una vida gloriosa para la gloria de Dios, por eso te invito a decir  con cada acto de tu vida que el nombre de Dios es bendito por los siglos de los siglos, amén.

La resurrección de nuestro Señor Jesucristo es el fundamento de nuestra fe, es la garantía de que creyendo en Él perseveraremos hasta su manifestación gloriosa o que al morir no nos quedaremos en el polvo, sino que de ahí nos levantaremos para recibir la gloria que nos traerá en su manifestación y en su reino.

La esperanza que nos da Dios a través de Cristo debe cambiar nuestra condición de vida, siendo preciosísimas las cosas que esperamos en el futuro, debemos estar en gozo, siempre adorando a Dios y sirviéndoles con todos los dones y talentos que hemos recibido como parte de su gracia. Disfrutemos la vida eterna que hoy tenemos y esperemos la consumación de nuestra gloria celestial.

La Biblia también dice:

“y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos. Juan 10:28-30 (RVR 1960). Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16 (RVR 1960)

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