Vivir al agrado de Dios no es para satisfacer a un dios egoísta que piensa en él, es el resultado de la intervención del Dios de amor que nos orienta para que nos vaya bien en todo
“Por eso estoy muy contento, por eso me siento feliz, por eso vivo confiado. ¡Tú no me dejarás morir ni me abandonarás en el sepulcro, pues soy tu fiel servidor! Tú me enseñaste a vivir como a ti te gusta. ¡En tu presencia soy muy feliz! ¡A tu lado soy siempre dichoso!” Salmos 16:9-11 (TLA)
Siendo ciegos por el pecado recibimos la gracia para poder ver, íbamos caminando hacia la perdición eterna, pero fuimos orientados por Dios para hallar la vida. Hoy, pese a cualquier circunstancia podemos gozarnos en Dios, porque nada nos puede causar más dolor o daño que el pecado del cual fuimos liberados por Dios a través de la muerte de Cristo, el pecado ha sido vencido y su daño ha sido detenido.
Dios guía nuestras vidas por la senda del bien, trata con nosotros mediante su amor, porque aún cuando nos equivocamos o cuando nuestro corazón quiere ceder a la soberbia, Dios nos hace entrar en razón para obedecer sus mandamientos, para vivir conforme a su voluntad, porque es así como podemos hallar la plenitud de la vida, es decir, podemos vivir alegremente, porque nuestra vida está acorde con el corazón de Dios y porque nuestro estado de vida es exitoso.
Tampoco tememos a las tribulaciones de este tiempo, porque de entre ellas salimos siempre victoriosos con el poder de Dios que nos sustenta. Hoy es buen tiempo para curar toda ceguera espiritual y que nuestra vida sea reorientada, provista y sostenida por nuestro buen Dios. Que cada uno de nuestros pasos sea dado con ánimo en un presente que se disfruta y con la certeza de un futuro más extraordinario por la grandiosa presencia de Dios, que nos acompaña y que nunca nos dejará vacíos y en el olvido.
La Biblia por eso también nos recomienda:
“Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto. No te creas demasiado sabio; honra al Señor y apártate del mal: ¡esa es la mejor medicina para fortalecer tu cuerpo!” Proverbios 3:5-8 (DHH94I)
“Mira siempre adelante, mira siempre de frente. Fíjate bien en dónde pones los pies, y siempre pisarás terreno firme. No te desvíes de tu camino; evita el andar en malos pasos.” Proverbios 4:25-27 (DHH94I)