
Dios nos entiende y nos atiende cuando pecamos, pero Él espera de nosotros la confesión y el arrepentimiento
“Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.” Hebreos 4:14-16 (NVI)
Debemos ser responsables y diligentes para crecer en la gracia, lo cual significa; atender oportunamente nuestras necesidades espirituales. El arrepentimiento y la confesión deben ser característico de los creyentes que han entendido la gracia de Dios. Él perdona, restaura y nos ayuda a superar nuestras crisis espirituales, nuestros desánimos y desaciertos.
Los creyentes genuinos después de haber confesado el pecado y habiéndose apartado de él, también buscan en confianza la fortaleza de Dios en Cristo, porque reconocen que en Dios hay oportuno socorro, es decir, Dios atiende a sus hijos cuando viene a Él dolidos y heridos por el mal, Dios tiene misericordia de ellos y les otorga su gracia con la que son atendidos para ser curados y vivificados.
Hoy es un buen tiempo para aprovechar todo medio de gracia que nos lleva a Dios, para que Él nos ayude a liberarnos de la fuerza del mal. A través de los méritos de Cristo podemos entrar en comunión con Dios y de ese modo vencer cada día la fuerza del pecado que se hace presente propiamente en la vida diaria. Acude ahora mismo a Dios y atenderá tu causa, porque él te entiende y te ama.
La Biblia también dice:
“Pero él nos da mayor ayuda con su gracia. Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes».” Santiago 4:6 (NVI).
“En lo que atañe a la ley, esta intervino para que aumentara la transgresión. Pero, allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.” Romanos 5:20-21 (NVI).