
Debemos aceptar la bendición de Dios porque trasciende hasta nuestros descendientes, pero la actitud para tomar esta bendición es la obediencia
“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir.” Deuteronomio 28:1-6 (RVR1960)
Cuando nos sujetamos a Dios Él nos pone por encima de las circunstancias adversas y hayamos gracia para poder dirigir a otros, se nos entrega divinamente poder de dominio ante el mal y poder y autoridad para servir a los demás no como quien se enseñorea, sino como quien toma la actitud de Jesús para ayudar con amor y misericordia.
Si hoy estamos sumidos bajo el poder del mal, revisemos cómo está siendo nuestro sometimiento y obediencia a Dios, porque puede ser que nuestra vulnerabilidad ante el pecado y la miseria se debe a nuestra arrogancia para con Dios. Hoy es un buen tiempo para acatar la orden de Dios y para recibir su gracia que nos levanta y nos restaura para vivir una vida de bendecida con poder y victoria.
La Biblia también dice:
“Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer.” Deuteronomio 5:33 (NVI).
“Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas,” 1 Reyes 2:3 (NVI)