La belleza en el matrimonio

La belleza que es necesaria para una placentera y fructífera relación conyugal

“Sus hijos la felicitan; su esposo la alaba y le dice: «Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas». La hermosura es engañosa, la belleza es una ilusión; ¡solo merece alabanzas la mujer que obedece a Dios! ¡Que todo el mundo reconozca los frutos de su esfuerzo! ¡Que todos en la ciudad la alaben por sus acciones!” Proverbios 31:28-31 TLA

La belleza más importante para el esposo y la esposa espiritual, es la interna, la belleza del alma; una vida de mansedumbre, de humildad, de bondad y de amor. En términos prácticos, todos los frutos que produce el Espíritu Santo significan belleza para el cónyuge. Todo esto enamora, hace que brote honra desde el corazón, hay admiración y hasta es imposible resistirse a un tipo de personalidad y de identidad con estas características.

Todo esto no implica que el aspecto físico no sea importe, claro que lo es,  el cuidado físico es necesario y la atención hacia el cuerpo es un deber conyugal. Sin embargo, la atención afanada por un buen físico puede perjudicar la correcta atención al alma y al corazón. La atención al fisco por muy buena que esta sea, será superficial para obtener la belleza, si no se presta atención responsable y diligente al interior del ser humano.

Por otra parte, el cuidado del interior debe repercutir en el buen cuidado físico, pero, a la inversa si trae problemas, porque uno puede tratarse fiscalmente, sin que necesariamente eso nos lleve al cuidado interno. Así que, el buen hombre y la buena mujer de Dios, se enamoran de su cónyuge por la belleza interna que se deja ver físicamente.

La Biblia también dice: 

“Que el adorno de ustedes no sea de cosas externas, como peinados exagerados, o con joyas de oro y vestidos lujosos. La belleza no depende de las apariencias, sino de lo que hay en el corazón. Así que, sean ustedes personas tranquilas y amables. Esta belleza nunca desaparece, y es muy valiosa delante de Dios.” 1 Pedro 3:3-4 TLA

A Dios le interesan los atributos del corazón: “Pero Dios le dijo: «Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Este no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón».” 1 Samuel 16:7 TLA

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