Con Cristo tenemos un lugar reservado en la eternidad

Creer en Cristo nos asegura un lugar en la eternidad en donde ya no hay aflicciones

«No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar. Ustedes saben el camino que lleva a donde yo voy.» Juan 14:1-4 DHH.

La angustia es abrazadora aquí y ahora. Sin embargo, al creer en Dios podemos prevalecer por encima de las dificultades y también recibimos la esperanza de nuestra vida futura con Dios, en donde no mora la aflicción. Cristo es el único medio para tener hoy una relación con Dios, él es quien nos encamina para estar con Dios eternamente, el prepara un lugar especial para que podamos estar lado del Padre celestial.

No podríamos estar firmes aquí ante las tribulaciones sin la ayuda del Señor, no podremos llegar a la gloria celestial sin la mediación de Cristo. No dejemos que satanás nos perturbe con falsas religiones que ni nos ayuda en la vida diaria y que tampoco nos aseguran nada para el mañana.

Creer en Cristo es necesario para nuestra salvación presente y futura, pero tal credo implica una vida diferente en la que podemos ser uno con el Padre y con el Hijo, es una vida de sujeción y obediencia.

Hoy es un buen tiempo para disfrutar nuestro momento con mayores expectativas, porque, aunque tengamos dificultades, al tener a Cristo como nuestro mediador podemos estar en total certidumbre y estabilidad, entre tanto llega el momento para morar por siempre con nuestro Padre celestial.

La Biblia también dice:

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. Apocalipsis 3:21 RVR1960

Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así como él es puro. 1 Juan 3:2-3NVI

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