Dios perfecciona a sus hijos en las circunstancias difíciles que padecen, las cuales son propias de vivir en este cuerpo y en este mundo que cayó bajo el poder del pecado, porque, aunque ya somos libres de este poder, esperamos la consumación de ello cuando estemos con Dios en su reino, viviendo con Él para siempre, entonces ya no habrá dolor
Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables. A él sea el poder por los siglos de los siglos. Amén. 1 Pedro 5:10-11 NVI.
Es imposible no sufrir algún padecimiento en este mundo, día a día nos enfrentamos a circunstancias difíciles que son propias del entorno en el que nos toca vivir, sin embargo, Dios con el amor con el que nos hizo sus hijos nos fortalece, nos da seguridad y nos afirma para que a pesar de los momentos difíciles nunca dejemos de disfrutar las riquezas de su reino.
Los hijos de Dios no están solos cuando sufren, aunque la dificultad o sufrimiento no sea algo bueno que incluso se disfrute, Dios tiene con ello un santo propósito, el cual consiste en perfeccionarnos, Él nos sensibiliza para darnos la forma perfecta da acuerdo a su propósito salvador.
Dios nos hace perseverar a través de las adversidades, porque cuando ellas llegan hacemos un alto para reflexionar sobre nuestra fe y comunión con Él, podemos hacer un alto para oír más su voz y para que Dios también escuche más nuestra la nuestra a través de nuestras plegarias.
Cuando hay sufrimiento podemos conocer más a Dios a través de sus intervenciones que son oportunas, incluso, es ahí donde también aprendemos a agradecer, porque seguramente veremos a Dios siempre de nuestro lado, es cuando podemos también reconocer su eterno poder con el que nos rescata de las difíciles circunstancias.
La Biblia dice sobre el sufrimiento de Job:
» ¿No tenemos todos una obligación en este mundo? ¿No son nuestros días como los de un asalariado? Como el esclavo que espera con ansias la noche, como el asalariado que ansioso espera su paga, meses enteros he vivido en vano; ¡me han tocado noches de miseria! Me acuesto y pienso: “¿Cuánto falta para que amanezca?” La noche se me hace interminable; me doy vueltas en la cama hasta el amanecer. Tengo el cuerpo cubierto de gusanos y de costras; ¡la piel se me raja y me supura! Job 7:1-5 NVI.
Él, en cambio, conoce mis caminos; si me pusiera a prueba, saldría yo puro como el oro. En sus sendas he afirmado mis pies; he seguido su camino sin desviarme. No me he apartado de los mandamientos de sus labios; en lo más profundo de mi ser he atesorado las palabras de su boca.» Pero él es soberano; ¿Quién puede hacerlo desistir? Job 23:9-13 NVI.