
La falta de relaciones saludables y edificantes en la congregación es muestra de la pobre relación que existe con Dios, por lo mismo, el que vive desintegrado del pueblo de Dios, fracasará en su intento de orar y en la búsqueda del auxilio divino.
Por esto yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que se porten como deben hacerlo los que han sido llamados por Dios, como lo fueron ustedes. Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor; procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une a todos. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza. Efesios 4:1-4 DHH
Debemos procurar la unidad como parte esencial de nuestro crecimiento,
porque todos dependemos de todos. No nos hicimos parte del pueblo de Dios por nosotros mismos, porque ni queríamos y ni podíamos. Fue el Espíritu Santo quien nos unió a Dios y a su pueblo con el lazo perfecto de la paz y el amor, Él fue el que puso en nosotros el querer como el hacer, fuimos convencidos por Él para aceptar la oferta divina.
Vivir unidos nos fortalece, porque a cada uno le fue dada la gracia para edificar al otro, pero no podremos estar en armonía, a menos que aprendamos humildad, amabilidad y paciencia. Cuando descuidamos el cultivo de la unidad llegan sequías a nuestras vidas y a la congregación. Por lo tanto, hoy es un buen tiempo, para que nos visite el rocío abundante de las bendiciones de Dios.
Un cuerpo no puede estar contra sí mismos, es por esto que, al oponernos contra algún miembro de nuestro cuerpo nos lastimamos así mismo, y si no permitimos nuestro propio desarrollo como parte del cuerpo de Cristo, también seremos juzgados por afectar el crecimiento de los demás.
Cuando no crecemos, ni coadyuvamos para el crecimiento de nuestros hermanos perdemos la calidad de vida en el presente, y también nuestro futuro es inestable, porque nuestra mala actitud hace que la esperanza de la gloria de Dios se diluya. Esforzarnos en la unidad nos ayuda a construir un mejor mañana en firmeza y madurez, nos ubica en un presente alegre al vivir cada momento en victoria y al saber de un mañana más glorioso por la presencia de Dios.
Para mantener la unidad debemos ser llenos del Espíritu Santo, porque solo así pueden fluir sus frutos, con los cuales podemos bendecirnos mutuamente, solo así se da honor a Dios y podemos manifestar las características, de quienes han sido llamados por la gracia divina para formar parte de un cuerpo bien integrado, en donde la cabeza es Cristo, esto es la iglesia de Dios.
La Biblia también nos orienta cuando dice: ¡Vean qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! Es como el buen perfume que corre por la cabeza de los sacerdotes y baja por su barba hasta el cuello de su ropaje. Es como el rocío del monte Hermón, que cae sobre los montes de Sión. Allí es donde el Señor envía la bendición de una larga vida. Salmos 133:1-3 DHH. La unidad de los hijos de Dios no solamente agrada a Dios, sino que también significa bendición y multiplicación. Parte de la pobreza y de la vulnerabilidad que hoy vivimos es consecuencia de la falta de armonía entre nosotros.
Ahora mismo es tiempo para disponer nuestro corazón a la unidad, para disfrutar de la presencia manifiesta de Dios y para asegurar el favor divino al momento de elevar nuestras plegarias, porque la Biblia también dice: Si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo en oración, mi Padre que está en el cielo se lo dará. Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Mateo 18:19-20 DHH