Horrenda y cobarde masacre a familia LeBarón en México

La tragedia social refleja la mala calidad familiar.

La masacre a la familia LeBarón en México es una tragedia social que nos recuerda hasta a donde es capaz de llevar el pecado a la raza humana y también descubre lo que puede ser la mala calidad familiar, para generar seres humanos tan depravados, porque realmente el hombre es víctima del pecado. Pero a pesar de ser el hombre víctima del mal, hay una solución para este problema que destruye la vida humana, Cristo es la solución, él puede ayudarnos a tener un estilo de vida diferente.

Esta situación tan dolorosa, a laves también vergonzosa, por la forma tan vil y cobarde como atacaron a mujeres y niños, nos debe llevar a clamar por el consuelo de los dolientes, por la paz de México y el mundo. Pero también, debemos pensar sobre el deber y la responsabilidad que tenemos en el seno de nuestro hogar, debemos reflexionar sobre la condición en la que vivimos como familias.

Hay muchas preguntas que tenemos que plantearnos, pero quizás estas son las más importantes: ¿Realmente estamos viviendo bajo el temor de Dios? ¿El testimonio de nuestros hijos refleja una vida cristiana verdadera? ¿Los padres somos ejemplo de los hijos sobre una vida consagrada a Dios? ¿Cómo familias cristianas estamos trabajando concretamente para construir una mejor sociedad?

El caos social es resultado del desinterés que hay en las familias por el bienestar familiar, digo bienestar de acuerdo al concepto del bien que nos enseña la Biblia, porque quizás hayan padres interesados solo por el techo, la comida, la salud y la seguridad de los hijos. Pero sabemos que, los hijos necesitan más que todo esto, requieren aprender a caminar en el camino de Dios, por eso la Biblia dice; Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6 RVR1660. Esto no es solo un mandamiento, sino también una promesa; el mandato, es la instrucción, y la promesa, es la perseverancia en el camino correcto.

Debemos preparar a los hijos para que aprendan a vivir una vida justa, honrada, honorable y digna de un hijo de Dios. Algunas veces hemos oído decir que, si nuestro país fuera gobernado por cristianos las cosas serían diferentes. Lo que hay que responder ante esto es que; ser cristianos genuinos implica una vida consagrada a Dios y de testimonio fiel, no se trata del tipo de “vida cristiana” incongruente con la honestidad, la justicia y la integridad. Lamentablemente, placiera ser que no estamos logrando en la familia el tipo de cristianos que deberíamos ser y, a los que Dios quiere usar en el mundo para ser luz y sal de la tierra.

Debemos procurar una generación de hijos que aprenda a vivir la gracia de Dios, con la que realmente pueden ser renovados y transformados para vivir en alegría (debemos procurar una generación feliz), para que de esa manera puedan impactar positivamente en la sociedad. No debemos transmitir el estilo de vida religioso que solo sataniza, condena, crítica y, que en nada es propositivo, esperanzador y libertador. Creo que por lo mismo, la familia no está siendo bien dirigida y ensañada, porque muchos padres “cristianos” o mejor dicho, religiosos, ponen cargas sobre los hijos, que ni ellos mismos pueden cargar.

Es muy arriesgado decir esto, pero, pareciera ser que muchos padres le están cerrando las puerta del reino a sus hijos, por el estilo de vida religiosa que les inculcan, por las formas en las que les transmiten un mensaje religioso, y  a pesar de esto, muchos padres y muchas iglesias se siguen preguntando, ¿Por qué cuando eran niños estaban en la congregación, pero ahora que ya son jóvenes o adultos se han ido?

Cuando alguien aprende amar a Dios es otra cosa, cuando se enseña a tener una comunión personal con Dios es diferente y, cuando realmente se ha nacido de nuevo y se vive una vida de transformaciones y cambios hay estabilidad y perseverancia, esto es realmente la vida cristiana y el tipo de cristianos que pueden ser usados para mejorar la sociedad y para cambiar al mundo.

De esta manera, tendremos una generación que sepa vivir mejor como seres humanos, que recuerde que Dios es Señor de todo, y que toda la gloria es sólo de Él , que nuestras vidas deben honrarlo siempre, a laves que somos instrumentos de bendición para el bienestar de nuestro semejante.

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