Al arrepentirnos de nuestros pecados somos perdonados

Dios por su grande amor nos perdona cuando arrepentido de nuestras maldades le pedimos perdón. Satanás buscará hacerte creer y sentir que esto no es posible, pero no lo escuches, porque eso es una más de sus mentiras.

«Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.» 1 Juan 1:8-10 RVR1960

Si no hay arrepentimiento no podemos ser perdonados, pero para arrepentirnos debemos reconocer nuestro pecado con la confianza que de todos ellos somos perdonados. Satanás es mentiroso y de muchas maneras nos hará pensar que no es necesario este acto de arrepentimiento, y como es astuto procurará que aliviemos nuestro dolor de otra manera, lo cual será imposible.

Como creyentes en Jesucristo debemos aceptar que a menudo nos equivocamos, por lo que es necesario confesar nuestras faltas delante de Dios, pero también debemos ser esforzados en cuanto a nuestra conducta, pues resulta necesario que podamos crecer y madurar en la relación con Dios, de tal manera que vayamos mejorado nuestra vida delante de Él.

Cristo es la luz que nos libra de las tinieblas, de esa vida negativa, de conductas pecaminosas, ahora nuestras obras son diferentes y no son ocultas, porque no nos avergonzamos de ellas, al contrario, debemos ser testimonio de los cambios que Dios hace en nuestras vidas, cuando a través de Cristo somos perdonados y transformados para una vida nueva. Hoy es un buen tiempo para salir de las tinieblas y andar en la luz de la vida.

Así leemos también en la Palabra de Dios: «Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Juan 1:1-5 DHH

«»Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.» Juan 5:14-16 DHH

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