Renunciar a la familia por la existencia de conflictos en el hogar es el problema más grande en el que nos podemos meter, porque si existen conflictos, también existen soluciones.
Todos los conflictos son inevitables, pero cuando nos superan evitarlos, aún nos queda la oportunidad de la resolución. Para resolver el problema hay que ir al origen o a las causas, eso nos permitirá tomar la actitud necesaria para terminar con esa situación perjudicial; ser humildes, mansos, bondadosos, misericordiosos, apacibles y benignos son algunas de las actitudes que debemos tomar si en verdad queremos superar los problemas en nuestra familia. Así lo dice el Señor:
“Por esto yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que se porten como deben hacerlo los que han sido llamados por Dios, como lo fueron ustedes. Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor; procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une a todos.” Efesios 4:1-4 DHH
Si no tenemos la paz con Dios, tampoco podremos superar las enemistades o los malos sentimientos y pensamientos en nuestro matrimonio o con nuestros hijos y hermanos. Si decimos que somos cristianos debemos comportarnos como tal y, es así cuando le damos paso al amor entre nosotros, porque, así como fuimos amados por Dios también nosotros debemos amar a todos no importando la gravedad del mal que nos hayan hecho.
Cuando solo pensamos en lo que nos hacen no podremos entender a las personas que causan daño, tal vez, en ese momento de mala actitud contra nosotros, debemos pensar no en lo que nos hacen, sino más bien, en lo que a esas personas les hicieron y que por esos se comporta de manera hiriente. Realmente la gente que hiere vive así porque fueron heridos. Aunque nosotros no somos responsables de esa situación debemos tener misericordia.
“» Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan. Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve también tu camisa. A cualquiera que te pida algo, dáselo, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Hagan ustedes con los demás como quieren que los demás hagan con ustedes.” Lucas 6:27-31 DHH
Si esto demanda el Señor que hagamos por nuestros enemigos, con mas razones debemos tolerarnos y ayudarnos en nuestras relaciones familiares; los esposos debemos ser buenos entre nosotros, los padres debemos bendecir a nuestros hijos y lo mismo los hijos deben ser nobles y actuar con ternura y comprensión para con sus padres. Pero, para que esto se haga posible, debemos ser en verdad cristianos que imitemos a Jesús nuestro Salvador y traer de esta manera tiempo maravilloso a nuestra familia.
Si hoy tu familia está hundida en conflictos que provocan mucha tristeza y dolor, y por más que has actuado las cosas no mejoran, te invito a que te humilles ante Dios y le pidas la llenura de su Espíritu Santo, para que de esa manera fluyan los frutos que tu vida y tu hogar necesitan. Es también el momento para que ores con más fervor por todos los miembros de tu familia, siendo así, Dios actuará con gran misericordia y todo cambiará, porque Dios es experto en renovar y restaurar, pero no se te olvide de tomar la actitud correcta.
Todas las actitudes necesarias para resolver los problemas se aprenden, se adoptan hasta que formen parte de nuestras vidas. No podemos esperar amar o ser bondadosos hasta que sintamos comportarnos así, esto y todo lo que hemos mencionado debe practicarse aun cuando no se sienta hacerlo, de esta manera logramos las resoluciones a las dificultades familiares, a la vez que estos frutos del Espíritu Santo comenzarán a ser parte de nuestro yo interno.