Dios permite tiempos de pruebas, porque Él crea momentos en los que nos da la oportunidad para clamar por la manifestación de su presencia poderosa y reveladora; donde hace que lo imposible se haga posible y abre caminos donde no los hay.
La oración es un recurso que Dios nos ha dado para acceder a las riquezas de su gloria y es indispensable en nuestras vidas. A pesar de ser la oración una forma tan sencilla para comunicarnos con Dios, es realmente el principal ejercicio de nuestra fe, digamos que si hay una fe en crecimiento, esta se hace visible en nuestro ámbito de la oración.
En esos momentos en los que ya no podemos, cuando se nos agotan nuestras posibilidades, a través de la oración podemos clamar para que Dios se manifieste y nos ayude, porque para Él todo es posible. Cuando nos encontramos hundidos y sin salidas, cuando todas las puertas se nos han cerrados, mediante la oración Dios puede actuar de manera reveladora para mostramos la salida.
La oración no es evadir la situación que nos es contraria, es la oportunidad para ser revestidos con el poder de Dios para enfrentarlo todo. La oración no es tomar el camino más fácil; es el medio para recibir el poder divino y seguir por el camino en el que por voluntad de Dios vamos, aunque el camino se vea muy difícil.