Cristo nos sustenta con su amor para ser más que vencedores en todas las adversidades.
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” Romanos 8:37-39 RVR1960
Con Cristo no solamente somos vencedores, sino también somos más que vencedores, es decir, es el único que puede hacer que todas las experiencias difíciles nos ayuden a ser mejores en la vida, ahora y en la vida futura.
Dios encamina cada dificultad para la formación de nuestro carácter cristiano, a través de ella nos prepara para dar mejores frutos que lo honren y nos ayudan a cumplir con nuestra misión en el mundo, porque en nuestras luchas verán a Cristo actuando en nuestro favor.
Todo nos pueden quitar, pero no el amor de Dios. En las aflicciones podemos perderlo todo, menos la posición que tenemos como amados de Dios. Aunque pasemos situaciones muy complicadas estaremos bien, porque ante todo nos es suficiente el amor de Dios, por el cual somos más que vencedores, ya que en las adversidades el amor de Dios es la fuerza que nos hará estar firmes y confinados.
El amor de Cristo nos hace vencedores, porque es el amor con el que él se entregó por nosotros en la cruz y así sujetó todos los males que nos tenían esclavos. El amor de Cristo es la fuente de nuestro amor con el que hacemos que todas las cosas malas en lugar que nos hagan mal, nos harán bien.