Nadie hay como Dios en Su Ser y en Su Hacer, todo lo que Él ha hecho es resultado de su bondad y amor por nosotros, así lo demostró al humanarse para salvarnos del poder del mal y del pecado.
“¡No hay dios comparable a ti, Señor! ¡No hay nada que iguale a tus obras!” Salmos 86:8 DHH
Este debe ser nuestro principal credo de la vida, porque aunque es corto, es el fundamento de todo lo demás que creemos
, porque para nosotros no hay otro Dios, como el Dios que nos creó, no solamente porque sus obras poderosas son incomparables en lo grande y en el orden de su creación y de su provisión, sino que, nadie más pudo ni hizo, la majestuosa obra de redención por la que fuimos salvados.
Nuestras vidas deben estar ancladas en la majestuosidad de Dios, es decir, debemos ser inconmovibles con la certidumbre de que Dios tiene el control de todas las cosas y, en que lo que Dios hace no lo realiza como un experimento, sino como la ejecución de un plan perfecto que tiene todas las garantías de éxitos, ya que Él tiene el conocimiento anticipado de todas las cosas, además que su propósito para nosotros es maravilloso como la maravilla de su grandeza.
«Luego se puso Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón; que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede en este día.» 1 Reyes 8:22-24 RVR1960
Nada puede impedir que Dios actúe en consecuencia de sus promesas y de sus planes de vida y no de muerte para quienes le confiamos y le creemos.
Porque aunque satanás se opone a nuestro bien, cuando aprendemos a depender de Dios en el día a día, podemos experimentar como las obras del maligno son derribadas, y afirmados los propósitos de Dios, para que nuestra calidad de vida mejore.
Porque siempre la paz de Dios, el gozo y la esperanza que tenemos en El, nos darán estabilidad para seguir adelante, sabiendo que nuestro Dios vive y que en medio de lo más difícil que nos toque vivir, lo veremos actuando en nuestro favor. Porque aunque Dios es todo poderoso en Su Ser y en lo que hace, se apersona para atendernos como un padre que sostiene y sustenta a sus hijos.
Que la grandeza de Dios nos de seguridad y no miedo para corresponderle con la adoración, y que pongamos todos nuestros honores delante de Él, porque todo el bien que podamos llegar a disfrutar es resultado de su amor para con nosotros.
Celebremos siempre su nombre, porque es el único que puede hacer que todos los momentos de la vida, sin importar la condición o la calidad de los tiempos, nos ayuden para nuestro bien.
Hagamos de nuestros deberes y responsabilidades la alabanza que Dios se merece, para que nuestras vidas disfruten siempre de Él y, para que el mundo sepa que, ¡No hay dios comparable a Él, Señor! ¡No hay nada que iguale a sus obras!