
Al que no es buen administrador del tiempo la vida se le va como agua en las manos.
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.” Efesios 5:15.17 RVR1960
Debemos considerar de manera seria que de todo lo que Dios nos ha dado rendiremos cuentas y entre eso está el tiempo.
Nunca es tarde para reorganizar nuestras vidas con el propósito de que podamos rendir cuentas positivas y exactas de cada instante de ellas. Quizás sea larga, quizá breve; pero tenemos que llenarla con minutos y horas valiosas.
Con frecuencia decimos “a mí no me alcanza el tiempo”. Eso es verdad; pero no porque el transcurrir de las horas sea más lento para unos y más rápido para otros, sino porque hay quienes saben aprovechar cada instante y responsablemente son bien organizados.
Si no somos diligentes con el tiempo, no lograremos hacer lo que Dios espera de nosotros; no tendremos tiempo con los hijos, o tal vez, el tiempo que pasemos con ellos no será de calidad, porque la Biblia nos ordena tener tiempo para la instrucción de los hijos, y así también, el tiempo de calidad con el resto de la familia es necesario.
Hay quienes no se congregan o llegan tarde a las reuniones de la iglesia, y aún más, hay quienes no sirven en la congregación porque dicen; “no tengo tiempo”. Eso es mentira, tiempo tienen, pero les falta la organización del tiempo, porque Dios llama siempre ha personas ocupadas y no a ociosos.
Otros por lo mismo hacen las cosas a medias. Pero no solo es esto; por razones de ser malos administradores del tiempo, a muchos no les alcanzan los minutos del día para poder orar y estudiar la Palabra de Dios, y por esos sus vidas son raquíticas espiritualmente y sin frutos, sus vidas están vacías de cosas positivas.
Si no logramos aprovechar el tiempo, la vida aquí pasará rápido o demasiado lenta, pero no es el tiempo de la vida, sino lo que hacemos con ella, y para poder ser fructíferos debemos tener el control de nuestro tiempo, y eso es posible aunque nosotros no tengamos el control de lo rápido o lo lento que giran las manecillas de un rejos. Con la ayuda de Dios, podemos aprovechar cada instante para su gloria, para hacer el bien y para crecer siempre en su bendita gracia.