Fuera de Dios nada nos hace bien

Si Dios está con nosotros ya no necesitamos más nada, porque donde Él está no faltará el bien y la misericordia.

Cuando fuimos instruidos por la Palabra viva de Dios y convencidos de que Cristo es el único salvador de nuestras vidas y nos convertimos a Él por el poder del Espíritu Santo, entonces y solo entonces, se originó un cambio total y único en nuestra condición humana. A partir de ese momento, ya no somos más extraños para Dios, ni Él es extraño a nosotros, porque no solamente se hizo presente manifiestamente en nuestro ser interior, sino que nos unió con Él, en una relación estrecha e inseparable.

En esta nueva condición de vida, nuestra visión de la realidad cambió totalmente, porque ahora para nosotros lo más importante es comprender y seguir comprendiendo, la posición que Dios ocupa en nuestras vidas y la actitud reverente y sumisa con la que le debemos responder voluntaria y gozosamente.

Esto no se trata de manipulación, sino del empuje de un corazón agradecido y alegre, ya que no solamente nos quedó claro intelectualmente lo que Dios hizo por nosotros en el plano de la salvación, sino que también lo conocimos a Él, porque por su gracia se manifestó de manera personal, manifestando sus atributos y aplicándolos en nuestra vida.

Ahora ya no buscamos ningún bien fuera de Dios y como todo lo que somos, lo que tenemos y lo que podemos hacer procede del Él, quien es la fuente de todo bien y de nuestro sustento, también le atribuimos para su gloria nuestra vida con todos sus talentos y la ponemos al servicio de nuestros semejantes, porque si ellos también están unidos a Dios, también somos uno con ellos.

 

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