Ninguna fuerza negativa nos puede destruir porque Dios nos protege

Dios establece su campamento al rededor nuestro y comanda nuestra protección y defensa.

Dios le da plena seguridad a nuestras vidas. Debemos aprender a orar tomando en cuenta esta promesa, y en cada una de nuestras actividades o roles que desarrollamos todos los días,

debe reflejarse el hecho de que no estamos solos, que nos acompaña el que es Creador y dueño de todo cuanto existe, el que tiene sujeto al mal y que por lo tanto, es capaz de detener cualquier fuerza negativa que se levanta contra nosotros.

Miles de personas tal vez han cuestionado esta verdad que se nos revela en la Biblia, porque han pasado experiencias muy dolorosas. Ante esto debemos decir varias cosas, pero quizás lo más sobresaliente, es que el Señor promete establecer su presencia alrededor nuestro para protegernos, pero nosotros debemos aprender a confiar y a honrar esa presencia, es decir, debemos aprender a ser gratos para su gloria.

La vida del que confía y honra a Dios, es una vida sabia, y hasta la Biblia dice que: “El sabio ve el peligro y se aparta”. Jesús reprendió a satanás cuando éste le pidió que se lanzara de un lugar alto para probar las promesas de protección de Dios. Así que, la seguridad y protección que Dios nos da demanda responsabilidades que todos los días deben reflejarse en nuestro diario vivir.

Hay que hacer uso de todo lo que Dios nos ha dado directamente a nuestras vidas, como virtudes y habilidades, las cosas que Dios pone a nuestro alcance y sobre todo, debemos seguir las instrucciones de su Palabra, para que nuestra vidas sean guidas por Dios en los senderos seguros, o aunque nos toquen rutas difíciles, pero siempre actuando ahí como Dios lo revela en su Palabra, esto es también la implicación de la seguridad que Dios nos promete.

La próxima vez que alguien cuestione la promesa de la protección de Dios, debe preguntarse ¿Cuánto confía en Él? ¿Cuánto le honra? Y esto también será el reflejo del tiempo que se invierte para orar y actuar al servicio de Dios. No implica que esto sea una paga que debemos hacerle a Dios para obtener su protección, más bien es el reflejo de la confianza y la obediencia que Él demanda.

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