Cruzar por las corrientes de las aguas y por las llamas del fuego es necesario, porque ahí somos purificados y aprendemos a confiar.
El acompañamiento de Dios en el tiempo de la prueba es la única garantía para poder soportar y para que el efecto de la misma sea eficaz. A través de la prueba conocemos la pureza de nuestro corazón, al mismo tiempo, la prueba tiene como propósito la santificación de nuestra vida. Pero también, mediante ella, podremos saber cuánto confiamos en Dios, y por lo mismo, en este proceso aprendemos a depender más de Él.
Ciertamente el fuego purifica, pero también quema. Por eso aquí Dios es necesario, porque Él es el único capaz de regular cada circunstancia para que no seamos destruidos, sino edificados. Es Dios quien controla la temperatura del fuego y el que nos hace pasar por en medio de él, el tiempo adecuado; el calor no debe ser más de lo necesario para que no nos quememos, ni menos para que podamos ser purificados como el oro, el cual es un metal apreciado y de alto valor.
Dios cuidará que todo lo que venga sobre nosotros no sea más de lo que podemos resistir, es por eso que, aunque las corrientes del río que nos toque cruzar se vean amenazadoras y avasalladoras, si es la voluntad de Dios que tengamos que pasar por ahí, no dudemos, porque durante el tiempo de la travesía la mano de Dios nos sostendrá, para que no seamos arrastrados por las corrientes, ni ahogados en la profundidad.
No renuncies a la prueba de tu fe, ten presente que después de este proceso vas a estar mejor. Quizás ahora te sientes desesperado, pero ten la certeza que mañana te sentirás más esperanzado. Es posible que durante la etapa más difícil de tus pruebas mucho te abandonen, pero, piensa que hasta eso es lo mejor, porque así Dios será más identificable en tu vida para que te apoyes en Él, y también así sabrás que amistad realmente es genuina. ¡Animo ene este día maravilloso!