El que solo busca lo suyo logrará poco

El individualismo es un peligro para el pueblo de Dios, en lo personal y en lo comunitario.

El individualismo afecta mucho al pueblo de Dios, lo hace deficiente en la unidad, santidad y en la misión. En la unidad, porque no existirá la capacidad para soportarse mutuamente en las faltas y debilidades, ni para ser el soporte mutuo. En la santidad, porque si no se ejercitan los dones para edificarse unos a otros como Dios mandan, la iglesia estará débil ante el pecado. Tampoco se podrá cumplir con la misión en el mundo, porque para esto se necesita el esfuerzo de todos hacia una sola labor; “que Cristo sea conocido en el mundo a través del trabajo colectivo de la congregación”.

El individualismo es  la ausencia del amor y por lo mismo la falta de humildad, porque así no se puede caminar junto a los demás, mucho menos se puede ayudar a los débiles, cuando nos gobierna el orgullo y la altives. Impulsados por el amor debemos servirnos mutuamente, así estaremos fuertes y motivados a las buenas obras.

Ante la ausencia del amor y la disposición para servir, ningún don o ministerio tiene valor, incluso, aunque con ellos se hagan muchas cosas, si se hacen entre murmuraciones y contiendas, no serán de bendición y tampoco glorificarán a Dios. El amor no es individualista, mucho menos separatista, el amor unifica y no busca lo suyo propio, se preocupa por todos, y por esto mismo, el que no ama no es nadie en el cuerpo de Cristo.

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